viernes, 30 de marzo de 2012

Picos de los Infiernos

Es difícil describir cómo sería un día de montaña perfecto. El sábado 24 de marzo creo que estuvimos muy cerca de ello. Y lo digo consciente de todo lo que pasó ese día, lo bueno.... y todo lo demás....
El objetivo era nada más y nada menos que subir a los Picos del Infierno, desde el refugio de Casa de Piedra, por el corredor sur y con nieve. Casi 1500 metros de subida y otros tantos de bajada, en los que tuvimos que emplear más de 12 inolvidables horas.


Los protagonistas en Casa de Piedra
Llegamos a Casa de Piedra con el tiempo justo de cenar. Madrugamos bastante porque sabemos que el camino que tenemos por delante es largo y duro. Eso sí.... no podemos creernos el maravilloso día que nos va a hacer. No hay ni una sola nube en el cielo y no hace ni una pizca de brisa..... esto tiene pinta de estar muy bien.

Vamos tomando altura poco a poco.  Los baños de Panticosa ya los hemos dejado muy abajo.
Empezamos subiendo por el bosque, todavía sin nieve, lentamente, como si quisiéramos guardar las fuerzas para más adelante. La ascensión a los infiernos es toda una prueba para nuestra resistencia, tanto física como mental.

Subiendo por el primer corredor.
Dejamos la vegetación y aparece la nieve. Estamos ya por encima de los 2000 metros. Perdemos el camino normal y tenemos que enfrentarnos a un pequeño corredor, de unos 40º de inclinación, para volver a acceder a la ruta principal. Sin duda nos va a servir como práctica de cara a lo que nos espera más arriba.

Las vistas, conforme cojemos altura, son excepcionales

Continuamos, continuamos..... continuamos...... y levantamos una y otra vez la vista buscando el collado de Pondiellos, ansiado por todos, lejano todavía.....  Son más de las 11 de la mañana. Llevamos cuatro horas de marcha y paramos a reponer fuerzas. El collado ya está cerca pero tenemos que descansar.


Cerca de Pondiellos.
Llegamos por fin al collado de Pondiellos. Es un punto fundamental ya que desde él podemos ver por primera vez la cara sur de Los Infiernos. Hasta ahora la ascensión ha sido más ó menos sencilla, y eso que hemos subido el inesperado corredor. Pero es desde Pondiellos desde donde empezamos a enfrentarnos de verdad con nuestros miedos. Los Infiernos nos miran imponentes desde más de 200 metros de altura y nos muestran el estrecho, largo y empinado corredor sur como su única vía de acceso. O lo tomas o lo dejas.

Los Infiernos y el Corredor Sur
Decidimos comenzar la aproximación hacia la boca del corredor. En esta inmensidad de la naturaleza las distancias son difíciles de percibir con claridad. Y lo que parece cerca parece alejarse cada vez más, y lo que parece una ligera subida se convierte en un largo zig-zag que nunca acaba. Las fuerzas flaquean y es fácil dejarse llevar por el conformismo. Ya tenemos bastante, ¿porqué seguir?. Nos volvemos conservadores y necesitamos sentirnos seguros. Y sabemos que seguir adelante nos aleja de todo esto que nos dicta nuestra mente.

Caminando hacia nuestros miedos
Pero entonces ocurre una cosa que no se puede explicar con palabras. Una cosa que cada uno siente dentro de sí mismo, íntimamente, a su manera, y que lo anima, lo empuja y le permite seguir adelante.


Y no sólo llegamos a la boca del corredor, si no que nos adentramos en él,...... ¡¡y lo subimos!! Poco antes hubiésemos apostado que no seríamos capaces de tremendo esfuerzo, de semejante azaña. Hemos subido 100 metros por un corredor nevado de 50º de inclinación y hemos alcanzado la cumbre del Infierno Central.
En la cima del Infierno Central
La cresta que une el Infierno Central con el Occidental nos mira majestuosa, nos intimida y nos invita a recorrerla. Es tremendamente aerea y expuesta, y está parcialmente cubierta de nieve. Dos de nosotros no podemos evitar aceptar tal invitación, y nos vamos para el occidental. La sensación sobre la cresta es..... es....... ¡la hostia!


En la cresta
Una vez volvemos a estar todos juntos, dedicamos unos minutos a comer. Son casi las 4 de la tarde y nos damos cuenta que vamos a llegar a Casa de Piedra de noche.
Lo "fácil" ya estaba hecho. Ahora quedaba lo difícil,...... bajar y volver al refugio. Cuando ya no quedan fuerzas, cuando no nos mueve la ilusión del ascenso.
El 80% de los accidentes en la montaña se producen bajando. Aún no sabíamos que íbamos a reforzar esa estadística cuando, minutos después, dos de nosotros se precipitan corredor abajo por un resbalón desafortunado. Menudo susto. Gracias a no sé muy bien qué o quién, no les ha pasado nada. Hasta de estas cosas se puede aprender, y mucho.

En el Central con el Occidental al fondo
Una vez repuestos del susto, seguimos bajando, ya sin más contratiempos. El tema de conversación os lo podéis imaginar. Es ahora cuando nos damos cuenta de todo lo que hemos subido esta mañana. Esto parece que no se va a cabar nunca. Lo que daría por una cervecita fresca, ¡joder!
Tal y como habíamos supuesto en la cima, la última hora tenemos que hacerla con ayuda de los frontales. Se había hecho de noche.

Ya en el refugio disfrutamos de una buena cena, de la compañía, del descanso ..... reímos y conversamos sobre el día de hoy y, como no podía ser de otra manera, de futuras aventuras.......


jueves, 29 de marzo de 2012

Intento a la Pica d'EStats

El primer fin de semana de marzo nos fuimos a intentar subir la Pica d'Estats. A pesar de salir de viaje el viernes por la mañana, debido a que la pista de acceso al refugio de Vallferrera está completamente nevada y que nos cuesta más de tres horas llegar al refugio, llegamos a su pequeña habitación no guardada ya entrada la noche.

Preparando la cena en el refugio de Vallferrera.
 Preparamos una sopita y unos estaguettis para cenar, y nos vamos pronto a la cama. Hace frío y el cielo está totalmente despejado.
Cual fue nuestra sorpresa cuando al levantarnos nos encontramos una espectacular nevada y una densa niebla que nos hace pensar en bajarnos hacia Areu, donde tenemos el coche.

La nevada que nos encontramos por la mañana es espectacular
 Aún así, después de desayunar, decidimos seguir subiendo hacia la Pica. Tardamos más de dos horas en darnos cuenta que hoy no iba a poder ser. De repente se pone a nevar como nunca antes habíamos visto. Las montañas que nos rodean desaparecen rápidamente enveltas en la niebla. La brisa se convierte en viento fuerte. Estamos a cinco horas del pueblo más cercano. Emprendemos la vuelta deseando que la situación, al menos, no siga empeorando.

¡ Vaya manera de nevar !

Finalmente llegamos al coche lloviendo, y helados. La Pica no nos lo ha puesto fácil en esta ocasión. Tendremos que esperar una mejor.

Aquí puedes ver más fotos de esta aventura.